
Cada rosa es tu nombre, en el jardín de los sueños;
son flores que viven en la dicha de una tarde completa,
mecida por el viento que acaricia la cara y pone alas
al sentir que cruza las distancias de inmensos océanos.
Habita en mi, esa tarde mecida entre los brazos
de abrazos infinitos de palabras más allá de la ausencia,
palabras diluidas entre manos de arena que acarician
el singular y único perfil del jardín de los días.
Después cuando todo está dicho quedan las horas
del sueño, las horas dispersas que contabilizan los cuerpos
la vuelta a las miradas donde no hay nada oculto
donde la luz se manifiesta tesoro de los días.
Y eres vértice de vida adentrada en dominios perfectos
de infinita permanencia, en el placer que vibran
las horas y los días de castillos y torres donde la reina
de los jardines, rompe los cercos que pone la realidad del tiempo
